Corro hacia él con una sonrisa dibujada en mi cara. Y ahí está, esperándome con los brazos abiertos para encerrarme en ellos y no dejarme salir nunca. Puedo sentir su calor, recorriendo mi cuerpo como si del agua de una cascada se tratara. Apoyo mi cabeza en su pecho y aguanto la respiración para escuchar los latidos de su palpitante corazón. Y entonces se apodera de mis oídos el silencio. Lo único que capto es el sonido de gotas al caer al suelo que pisan mis pies. Con un mal presentimiento y una sensación de malestar, bajo la mirada y encuentro un charco de color rojo rodeándonos. Un terror inconfesable inunda mis venas y me paraliza. Sin quererlo y por obligación alzó la cabeza, para observar como sostengo un cuchillo en la mano y está clavado en su estómago. Con una mano temblorosa lo saco y veo que estoy recubierta de sangre, su sangre, y que yo lo he matado. Busco en la oscuridad que ahora nos rodea sus preciosos ojos color miel y solo encuentro vacío; pero un susurro inunda la habitación y, tras segundos de un dolor indescriptible en mi interior, lo entiendo.
Tú me has matado. Es tu culpa. Sufre. Paga las consecuencias. Asesina...
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj21hVx8dBYyXUEwiNBL1XqhRULp81LZ4AgWXQZNTOAbtSFldYOKN71TafEOOENLFHmmAVyQRNw_2wr1roGxgJot7FX91cN6Vh3XbIQscEt0Fm4HhQzvdVa_KEEp9dAkA1c67B6G2TA7H1-/s320/3.jpg)
Que bien relatas
ResponderEliminarmuy majo tu blog, besitos guapisima desde:
http://mercesubidaentacones.blogspot.com.es/
TESPERO♥