jueves, 9 de febrero de 2012

Capítulo uno.

Miró a través de la ventana. Veía las gotas de agua caer a través del cristal y jugaba con ellas. Las perseguía con el dedo, recorriendo el mismo camino y volviendo a empezar cuando se acababa. El nuboso y grisáceo cielo del exterior le hacía recordar la primera vez que lo vio. Era una tarde como aquella, con menos lluvia, pero igual de sinsentido. Había salido a dar un paseo, uno de esos muchos en los que nunca le pasaba nada y siempre observaba el mismo paisaje urbano y sin alma. Andaba con lentitud pero sin detenerse, sin preocuparse de los cotilleos de los vecinos sobre su pelo, su vestimenta o su mirada perdida. Entonces reparó en una tiendecita de antigüedades en una esquina, pero sobretodo se fijó en una muñeca pelirroja. Se quedó hipnotizada mirando el juguete cuando alguien la interrumpió. Ahí estaba él, su preciosa sonrisa se vislumbraba por las comisuras de sus labios; su pelo, una media melena rizada de un tono rubio oscuro, se encontraba revuelta por el viento y la humedad ; y sus ojos verdes, oscuros y profundos como la selva, se habían quedado mirando la misma muñeca que ella.
-¿Qué es lo que miras?- Preguntó curioso y divertido al mismo tiempo.
-La muñeca. -Dijo señalando al escaparate y al pelo rojo que la identificaba.
-¿La qué se parece a ti? Si es un regalo para tu hermana está muy bien pensado, así siempre te recordará.
-No. Se parece a una que tuve cuando era pequeña. Nunca jugaba con ella, pero siempre me defendía de los monstruos de de debajo de mi cama.-Una sonrisa apareció en sus labios al recordarlo.
El chico no respondió. Iba a reemprender la marcha cuando se paró en seco al escuchar sus palabras.
-Si quieres te la regalo.
-¿Cómo dices? Te recuerdo que no te conozco de nada.
-No importa, es un detalle. Si estás en el instituto de aquí nos veremos, y me gusta empezar las cosas con buen pie. ¿Qué me dices? Un regalo por otro regalo.-Pero ella estaba asustada, y él se lo vio en la cara- Tranquila, no te voy a hacer nada. Solo es si quieres.
-Vale. ¿Qué me vas a pedir a cambio?
-Ah. Eso todavía no lo sé. Ya lo averiguarás.Quédate aquí, ahora vuelvo. 
Se quedó esperando fuera durante unos minutos que se le hicieron eternos. La incertidumbre de averiguar que sería lo que le pediría a cambio, si le traería la muñeca de verdad, quién era, por qué a ELLA. 
Y le trajo la muñeca.

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