domingo, 12 de febrero de 2012

Capítulo tres.

Aquella fue la primera noche que pasaron como lo que desde entonces serían. Pasaron muchas mas noches, mas tardes, mañanas, besos, abrazos. Pero ella fue la que sufrió. Cada instante a su lado de taladraba el corazón  mas y mas profundo. Y la vez que él desapareció de su vida... No tenía un recuerdo mas doloroso que ese.
El teléfono empezó a sonar mientras estaba en la ducha, preparándose para salir con él. Su pensamientos divagaban entre la ropa, el peinado y el maquillaje cuando escuchó el sonido de la llamada. Salió corriendo con la toalla, se tumbó en la cama y lo cogió.
-Antes de nada, todavía no estoy preparada y me queda mucho rato, así que no llegues temprano como otras veces. ¿Vale?- No paraba de sonreír, le encantaba escuchar su voz y pasarse horas y horas sin colgar.
-No voy a poder ir. -Dijo en un tono de voz muy grave, incluso mas que cuando tenían sus pequeñas peleas.
-¿Y mañana? - Se había asustado, pero intentaba mostrar tranquilidad, podía ser cualquier cosa.
-Tampoco... - Su voz se ahogó y se convierto en apenas un susurro.
-¿Qué es lo que pasa?-Logró pronunciar.
Minutos, todos en silencio, y entonces lo dijo.
-Me he ido, y no creo que vuelva. No me vas a volver a ver, este es el fin. Todo ha acabado. Lo siento, fue una tontería empezar con esto.
Colgó el teléfono en ese instante y no volvió a llamar. Se quedó paralizada, sin saber que hacer. ¿Se le había parado el corazón? ¿Respiraba?
Durante una semana no fue capaz de hablar con nadie, comer o dormir. Su padres la llevaron al médico y a todos los psicólogos que pudieron. Hasta que un día se levantó decidida a olvidarle. No volvió a pronunciar su nombre, a pensar en sus ojos, a escuchar su voz, a soñar con él.
Pero ahora hacía un año, un año de que esa muñeca entrara en su cuarto y su comprador en su corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario