Aquella fue la primera noche que pasaron como lo que desde entonces serían. Pasaron muchas mas noches, mas tardes, mañanas, besos, abrazos. Pero ella fue la que sufrió. Cada instante a su lado de taladraba el corazón mas y mas profundo. Y la vez que él desapareció de su vida... No tenía un recuerdo mas doloroso que ese.
El teléfono empezó a sonar mientras estaba en la ducha, preparándose para salir con él. Su pensamientos divagaban entre la ropa, el peinado y el maquillaje cuando escuchó el sonido de la llamada. Salió corriendo con la toalla, se tumbó en la cama y lo cogió.
-Antes de nada, todavía no estoy preparada y me queda mucho rato, así que no llegues temprano como otras veces. ¿Vale?- No paraba de sonreír, le encantaba escuchar su voz y pasarse horas y horas sin colgar.
-No voy a poder ir. -Dijo en un tono de voz muy grave, incluso mas que cuando tenían sus pequeñas peleas.
-¿Y mañana? - Se había asustado, pero intentaba mostrar tranquilidad, podía ser cualquier cosa.
-Tampoco... - Su voz se ahogó y se convierto en apenas un susurro.
-¿Qué es lo que pasa?-Logró pronunciar.
Minutos, todos en silencio, y entonces lo dijo.
-Me he ido, y no creo que vuelva. No me vas a volver a ver, este es el fin. Todo ha acabado. Lo siento, fue una tontería empezar con esto.
Colgó el teléfono en ese instante y no volvió a llamar. Se quedó paralizada, sin saber que hacer. ¿Se le había parado el corazón? ¿Respiraba?
Durante una semana no fue capaz de hablar con nadie, comer o dormir. Su padres la llevaron al médico y a todos los psicólogos que pudieron. Hasta que un día se levantó decidida a olvidarle. No volvió a pronunciar su nombre, a pensar en sus ojos, a escuchar su voz, a soñar con él.
Pero ahora hacía un año, un año de que esa muñeca entrara en su cuarto y su comprador en su corazón.
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